Dawkins: ¿Genealogía del egoísmo?

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Hoy celebramos el cumpleaños de Richard Dawkins quien nació en 1941 y es uno de los científicos más conocidos y controversiales de la actualidad. Dawkins, tan criticado por muchos, no puede dejarse de lado ya que los aportes de este pensador inglés para la etología, sociobiología y ciencia en general lo han llevado a recibir numerosos reconocimientos incluidos el Premio de Literatura por la Roya Society y el International Cosmos Prize for Achievement in Human Science entre otros.
La obra más conocida y comentada de Dawkins es The Selfish Gene escrita en 1976, pero también tiene otros títulos en su colección como The Extended Phenotype, The Blind Watchmaker, River Out of Eden, Climbing Mount Improbable, Unwearing the Rainbow, etc. Y en esta ocasión les platicaremos de El gen egoísta, libro que hace 9 años celebró su trigésima edición.

Dawkins se ve influido por los aportes de G. C. Williams, de quien toma la noción de Gen; para esto, revisa el texto Adaptation and Natural Selection: «any hereditary information for which there is a favorable or unfavaroble selection bias equal to several or many times its rate of endogenous change», quien a su vez, bebe de la herencia otorgada por Fisher, Haldane and Wright.

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Esta obra cuenta con 13 capítulos, después de la primera edición se agregó información acerca de los replicadores que en la biología serían los genes y para lo cultural, los memes. Tanto en la introducción como en las notas finales, Dawkins intenta resolver las dudas y réplicas que le han hecho a lo largo de su trayectoria académica.

De entrada pensemos, siguiendo la línea marcada por Dawkins, en el título de este texto. «Egoísta» es un adjetivo «negativo», y él mismo había considerado en un mejor nombre para esta obra, sin embargo, señala que una lectura objetiva debería poder enfocarse más allá de esta connotación negativa; sin embargo, las voces más indignadas y enfurecidas -provenientes de todos ámbitos pero destacando en filosofía- tienen con el nombre, material suficiente para levantar sospechas y malos entendidos.

Algo que tenemos que pensar antes de considerar el planteamiento de Dawkins como simplista, reduccionista e incluso fundamentalista es que las afirmaciones hechas en su libro, deben ser puestas en su justo contexto y descargarlo de las interpretaciones personales- ideológicas que cada uno pueda tener. Esto es a propósito de estar a la defensiva cuando compara al ser humano con un robot, por ejemplo.

Dawkins se pregunta ¿qué tiene de mal esta comparación? Si tenemos una idea básica (y anticuada) de lo que es un robot, cómo es, seguramente levantaremos la voz en contra de esta imagen, ¿no se parecería mucho a la visión mecanicista de Descartes? Pero Dawkins responde con un aspecto que podría dar cierta tranquilidad mental: los robots no son seres simples. La concepción de «algo» que se programa para que haga sólo cosas específicas, es obsoleta. Los avances nos permite pensar en un robot como un ser más que escapa de lo autómata.

Otra de las objeciones que le hacen es la comparación que hace del cerebro con un ordenador, pero esto es sólo un analogía. No dice que sean orgánicamente idénticos, sino que funcionalmente semejantes. Vemos, sin embargo, que es una analogía deficiente en tanto el alcance de su intensidad ya que en la simulación que se hizo hace dos años con un super ordenador, éste necesitó 40 minutos para recrear tan sólo un segundo de actividad cerebral.

Pero volviendo a una de las réplicas más fuertes que le hacen al texto… Dawkins no aboga porque el egoísmo sea considerado el principio por el cual debemos regir nuestra vida, ni siquiera dice que el egoísmo sea una cualidad inevitable en nuestro proceder, no habla de un determinismo genético, lo que señala es una propensión a ello, una determinación más bien laxa, cuyo conocimiento nos ayuda a la construcción de un saber estadístico  y no la definición terminada de la condición humana; simplemente no se puede no hablar de ello sólo porque esto cause incomodidad. Existe la propensión y mecanismos que se basan en el egoísmo así como los hay del altruismo.

Midgley, filósofa, señala que no podemos hablar de genes egoístas ni altruistas, así como no hay átomos buenos o malos, por decir algo; así que si bien podemos hacerle varias objeciones a la obra de Dawkins, lo cierto es que, en nuestro tiempo resulta necesaria su revisión para así tener un panorama completo de este saber científico que muchas veces dse deja de lado.

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